A propósito del ensayo
Un libro puede comenzar de forma interesante por su precio reducido, por ejemplo US $ 2[1]; y tratarse de un profesor ecuatoriano en una universidad de Estados Unidos (Antonio Sacoto. El Ensayo Ecuatoriano. Universidad del Azuay. Cuenca, 1992). Se trata del ensayo ecuatoriano. Resulta atractiva la noción además, porque estas líneas son una especie de ensayo. Por supuesto que hay libros que ni regalados tienen lugar en una biblioteca o en una ruma de libros en el suelo –así están algunos al lado de mi cama. Decir esto resulta casi un anatema puesto que una de las citas más frecuentes de El Quijote, es aquel de su prólogo donde Cervantes dice que hasta leía los papeles que se encontraba en la calle. Tal vez en su época, por cuestión de precio, había más selección para imprimir; pero hoy … La verdad es que el libro de este autor tiene un discreto, más bien modesto formato de una editorial azuaya. Lo comencé a leer y es una satisfacción hojear comentarios sobre autores diversos, de ideologías hasta contrapuestas, sin que el objeto sea de denigrar, endiosar o justificar a cualquiera de ellos. Santos o demonios no.
El otro día me encontré en Guayaquil con Efrén Avilés y lo felicité por el esfuerzo de su libro de historia, pero le comenté que mientras siguiera llamando en sus páginas “El locuaz demagogo” a José María Velasco Ibarra siempre habrían dudas sobre su afán científico (el corrector de word me cuestiona “habrían” y me propone “habría”, que no es incorrecto, pero mucho mejor es la opción que yo uso –por lo menos según la gramática de la Academia y la Sintaxis de Vox).
Un libro puede comenzar de forma interesante por su precio reducido, por ejemplo US $ 2[1]; y tratarse de un profesor ecuatoriano en una universidad de Estados Unidos (Antonio Sacoto. El Ensayo Ecuatoriano. Universidad del Azuay. Cuenca, 1992). Se trata del ensayo ecuatoriano. Resulta atractiva la noción además, porque estas líneas son una especie de ensayo. Por supuesto que hay libros que ni regalados tienen lugar en una biblioteca o en una ruma de libros en el suelo –así están algunos al lado de mi cama. Decir esto resulta casi un anatema puesto que una de las citas más frecuentes de El Quijote, es aquel de su prólogo donde Cervantes dice que hasta leía los papeles que se encontraba en la calle. Tal vez en su época, por cuestión de precio, había más selección para imprimir; pero hoy … La verdad es que el libro de este autor tiene un discreto, más bien modesto formato de una editorial azuaya. Lo comencé a leer y es una satisfacción hojear comentarios sobre autores diversos, de ideologías hasta contrapuestas, sin que el objeto sea de denigrar, endiosar o justificar a cualquiera de ellos. Santos o demonios no.
El otro día me encontré en Guayaquil con Efrén Avilés y lo felicité por el esfuerzo de su libro de historia, pero le comenté que mientras siguiera llamando en sus páginas “El locuaz demagogo” a José María Velasco Ibarra siempre habrían dudas sobre su afán científico (el corrector de word me cuestiona “habrían” y me propone “habría”, que no es incorrecto, pero mucho mejor es la opción que yo uso –por lo menos según la gramática de la Academia y la Sintaxis de Vox).

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